Por: Soraya Aracena / Risoris Silvestre
A finales de noviembre, en el poblado de Sainaguá, provincia de San Cristóbal, se realiza uno de los festivales culturales más importantes del país nombrado como: El Festival de Sainaguá. Es una celebración móvil, programada a finales de noviembre. Este festival fue iniciado en 1975 por iniciativa del sociólogo e investigador dominicano, Dagoberto Tejeda con la intención de aportar a la conservación, valorización y difusión masiva de las manifestaciones folklóricas de la región y dar a conocer en la zona y al público en general los ritmos y danzas tradicionales más importantes de la región y de otras naciones hermanas.
El primer festival se realizó en mayo de 1975, producto del intercambio artístico-cultural entre el Club Sol Naciente, la comunidad de Sainaguá y el Grupo músico-vocal Convite. Desde 1998 se realiza de manera continua y con fuerte incidencia regional, por lo que se ha institucionalizado como un evento central en la tradición cultural nacional.
La comunidad de Sainaguá, se encuentra ubicada aproximadamente a tres kilómetros hacia el sur del pueblo de San Cristóbal, camino hacia
Como parte de las actividades del festival, se presentan grupos de salve, palos, danzas folklóricas y se realizan representaciones de las velaciones en honor a los santos. En los últimos años también se han presentado artistas contemporáneos como: José Roldan, Xiomara Fortuna, Luis Díaz y José Duluc y agrupaciones folclóricas de países hermanos. Dicho evento que para este año, llega a su edición número XX, se realiza en horas de la tarde completamente gratuitas.
SAN CRISTOBAL
San Cristóbal fue fundada en el siglo XIX con el nombre del fuerte que había sido levantado por los españoles en las inmediaciones del río Haina para protección de las minas de oro que estaban explotando.
El pueblo de San Cristóbal tiene una historia insigne por ser el lugar donde se firmó la primera constitución dominicana el 6 de noviembre de 1844. También fue el lugar de nacimiento del Dictador Trujillo quien estuvo oprimiendo al país por 31 años.
La ciudad cuenta con una serie de edificaciones construidas en la dictadura que ofrecen al ambiente urbano las características de una gran ciudad por poseer una escala monumental. Entre estas edificaciones todavía se pueden apreciar:
Como monumento a visitar se encuentra
Bordeando el parque central encontrará otra reliquia arquitectónica, la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús erigida en 1838 en el mismo lugar donde estuviera la iglesia de madera y paja donde se cantó el primer Tedeum luego de la firma de la primera constitución. Esta fue derribada por el huracán David en 1979 y restaurada fielmente por la oficina de Patrimonio Cultural.
Terminada su visita a los monumentos continúe con su apreciación de la cultura degustando un rico pastel de hoja donde chichita Barinas plato que ya pertenece a la tradición culinaria de este pueblo.
Pero no debe alejarse de la provincia sin llevarse un recuerdo, para esto continúe su paseo hasta Cambita, poblado que se encuentra solamente a
Santuario Las Tablas de Baní .
Otra de las visitas religiosas que se pueden realizar en el mes de noviembre es a la ermita dedicada a San Martin de Porres en Las Tablas de Baní. Llegamos hasta ella tomando la carretera que nos lleva hasta Salinas, en el cruce de Matanzas tomamos la carretera hacia el norte y a pocos kilómetros encontrará una pequeña iglesia elevada en un promontorio construida totalmente en piedra.
San Martín de Porres es un santo negro oriundo de Perú, hijo de español y una negra conocido en el siglo XVII por su amor y paciencia hacia el prójimo y a los animales, cuya devoción está muy extendida en el país.
El 3 de noviembre de cada año se celebra el aniversario del santo, por lo que a esta ermita llega una gran cantidad de personas a ofrecer sus promesas procedentes de provincias cercanas y de la ciudad de Santo Domingo.
Algunos, suben de rodillas la empinada cuesta hasta llegar a la iglesia, otros visten hábitos de promesa que simulan al que usaba en vida este fraile y otros llevan velas. En el lugar se reza, se cantan salves y se tocan palos en su honor, como es costumbre en el pueblo dominicano de combinar los ritos católicos heredados de los españoles con la música heredada de los esclavos africanos.
Como parte de la actividad se realiza una procesión en el área y se rezan algunas de las oraciones y letanías propias del catolicismo.
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