El día de los muertos en el Cementerio Máximo Gómez.
Por: Soraya Aracena
El día dos de noviembre de cada año, en República Dominicana, se conmemora la fecha consagrada a los fieles difuntos. Para la ocasión los familiares de los difuntos que se encuentran enterrados en el Campo Santo envían a desyerbar las tumbas, limpiar los alrededores y a llevar flores y encender velas a sus antepasados.
Junto a esta tradición de rememorar a los ya fallecidos, subsiste otra vinculada a las creencias mágico religiosas populares: adorar al Barón del Cementerio, sincretizado con la imagen católica del profeta Elías, quien según los textos bíblicos “subió a los cielos en una carroza de fuego”.
Según la creencia popular el Barón del Cementerio es la primera persona en ser enterrada en un cementerio, si es hombre adquiere el título Barón y si es mujer Baronesa, en el caso del Cementerio Nacional de
Al Barón del Cementerio se le asocia con el color negro, su símbolo es la cruz y sus atributos se relacionan a los de un enterrador, es decir pala, pico y azada. Se cree que este luá como se denomina a los dioses que conforman las llamadas veintiuna divisiones del vudú dominicano, tiene grandes poderes, es muy milagroso y es invocado para la curación de enfermedades por hombres y mujeres para atraer el amor deseado.
Al Barón se le tributa de varias maneras, una de estas es a través de los llamados “responsos”, una serie de oraciones que son recitadas por un rezador quien a veces lo hace en un latín vulgarizado, estos rezos tienen diversos fines: conseguir el amor, la buena fortuna, dar gracias o simplemente pedir protección.
Otra manera de halagar a esta deidad es ofreciéndole la comida ritual, lo que se hace en la tumba que está en el centro del cementerio. La comida que se ofrece al Barón consiste en: moro de habichuelas negras, arenque, masita y batata, todo sin sal, porque él es un muerto y éstos no la comen.
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