Lectura y Sociedad

lunes, 2 de noviembre de 2009



Todo lo que la humanidad ha pensado, creído y sentido
se encuentra, como por arte de magia, en los libros
."

Manuel Rueda, (1921-1999)


El libro, como siempre, sigue siendo una mercancía revolucionaria de las industrias culturales. Su valor incalculable nos proporciona cultura y erudición. Amigo silencioso que siempre nos acompaña como testigo mudo en las horas de angustias y alegría. El hombre se hizo culto e independiente, en lo que hoy puede serlo, leyendo. El libro se erigió como instrumento de cultura y libertad.

Podríamos decir, que desde su origen, el libro es como un bálsamo para el espíritu. Quizás, una de las conquistas más reveladoras y encomiásticas que hoy conoce la humanidad, después del lenguaje y la escritura. El libro nos enriqueció, nos iluminó los sentidos y nos preparó para interpretar el mundo. Todo libro es una aventura, se trate de un ensayo, de un poema, de un cuento o una novela. Con más de cuatrocientos años, el Ingeniso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, trazó el camino para la novela moderna. Aquella obra sin igual, que idealizó Miguel de Cervantes, permanece intacta en su tránsito luminoso. Don Quijote, continúa hoy deslumbrando con su lectura, produce una especie de embrujo, deleite y seducción; en ese mundo de fervientes fantasías del caballero andante.

Leer nos sublimiza el espíritu, nos abre las puestas hacia una cultura liberadora. Ana María Matute, esa española universal, escribió: “Antes de saber leer; los libros eran para mí como bosques misteriosos. Me acuciaba una pregunta: ¿Cómo era posible que de aquellas páginas de papel, de aquellas hormiguitas negras que las surcaban se levantara un mundo ante mis ojos, mis oídos y mi corazón de niña? ¿Qué clase de magia, de sortilegio era aquel que sobrepasaba cuanto yo veía y cuanto vivía a mí alrededor? Criaturas, deseos, sueños personas y personajes, y tiempos desconocidos bullían allí. De pronto, la palabra hablada se orientaba entre los árboles y los matorrales, descorría el velo y hacia apareciesen ante mis ojos cuantas innumerables miradas, memorias y atropellos pueblan el mundo. “Cuando yo sea mayor-pensaba- haré esto”. Ni siquiera sabía que “esto” era participar del mundo imaginario de la literatura”.

Ahora bien, la difusión del libro se incrementa cada vez más, sin embargo, los lectores han colapsado. Es necesario educar a los niños y jóvenes para el porvenir. El hábito de leer deberá iniciarse desde la niñez, el niño lector es el auténtico futuro de la patria. Cuando el entusiasmo nace en la infancia, no se extingue jamás.

El libro humanizó e iluminó al hombre. Del libro se desprende la cultura y la cultura es la suma de los bienes humanos, tanto espirituales como materiales. La civilización es asunto técnico, la cultura filosofía y ciencia. Leyendo, nos proveemos de las herramientas necesarias para el discernimiento y para compartir ese maravilloso coloquio que establecemos en silencio y de manera natural entre el lector y el autor. Los contenidos son catalizadores para despertar la vocación literaria. Cada buena lectura nos estimula a continuar, nos motiva para seguir haciéndolo.

En nuestra sociedad de hoy en día, el valor de los libros y la lectura ha ido perdiendo su magia encantadora. Es triste pensar que aún queda gente que sigue creyendo que existen infinidad de actividades más excitantes que leer. Ahora, permanecen los individuos la mayor parte del tiempo navegando en Internet o, simplemente, viendo la televisión. Leer es un modo de vivir, de trasladarnos a un mundo fantástico hasta lugares que ningún hombre lograría llegar jamás. En los libros conocemos los dioses, a los héroes y a los verdugos. Aquí está escrita la historia del ser humano. Viajamos al interior de los hombres, a los hontanares donde habitan las pasiones que nos permite conocernos a nosotros mismos.

La cultura posibilita el desarrollo de los pueblos. Las poblaciones cultas son creadoras de riqueza material y espiritual. La lectura nos estimula a ser mejores ciudadanos, conscientes de nuestro deber civilizador para interactuar entre sí. “El número de lectores de una Nación, puede ser el índice de la capacidad de sus habitantes para comportarse individual y colectivamente”. Julián Marías.

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