Editorial

lunes, 1 de febrero de 2010

(Febrero) Año 1 No. 5


EL HERMANO PUEBLO HAITIANO

El 27 de febrero de este año se cumplen 166 años de que nuestro pueblo se independizara de “el hermano pueblo haitiano”. Durante los 22 años que el pueblo haitiano ocupara el lado occidental de la isla, hicieron sentir a sus habitantes las diferencias. No compartíamos idioma, ni ideales, ni raza, despertando así el nacionalismo entre los futuros dominicanos y gracias a esto tenemos Patria. Que vueltas da la vida, en estos momentos Haití es considerado el país mas pobre del continente americano. La naturaleza ha tenido que intervenir para que el mundo se percate de Haití y en estos momentos, el sentimiento que nos despierta, no es de separación, sino de unión a través del apoyo humanitario hacia lo que fuera el primer país libre de América Latina. En estos momentos estamos compartiendo nuestro subdesarrollo para ayudar a levantar a nuestros vecinos de isla, en una campaña de solidaridad que debemos aprovechar, nosotros mismos, para levantarnos y salir del subdesarrollo junto “al hermano pueblo haitiano”.

Sabías Qué…

Entre récords, arquitectura y medio ambiente

Por Arq. José Enrique Delmonte Soñé, MSM

Por su propia condición, la arquitectura es un ejercicio de depredación. Se edifica sobre el medio natural y lo transforma, lo convierte en una imagen hecha por el hombre para su bienestar. Esta paradoja que encierra la arquitectura conduce a la asimilación del compromiso que tienen los arquitectos de proyectar las edificaciones con un alto sentido del equilibro en el medio donde se establecerá. La continua campaña de información acerca de la necesidad de reducir el impacto de las acciones del ser humano en la naturaleza ha obligado a los arquitectos contemporáneos a considerar el tema del medio ambiente como primordial en su ejercicio profesional.

El avance del consumismo ha conducido a la humanidad hacia un callejón sin salida que provoca grave impacto en la naturaleza y que atenta, inclusive, con su permanencia en el planeta. Miles de años de uso indiscriminado de los recursos naturales ha creado un presente inestable, con fuertes modificaciones de los procesos que durante tanto tiempo parecían invariables. Los recursos parecían inagotables y el futuro se mostraba como un mundo de satisfacciones en base al progreso material de las naciones. La producción de bienes industrializados, por tanto, estaba considerada como el símbolo de desarrollo de una sociedad que se reflejaba en el crecimiento de las ciudades, la construcción de obras de infraestructura cada vez más atrevidas y con edificios en competencia en cuanto a la implantación de marcas en la técnica y en sus particularidades extremas. La arquitectura del siglo XX se caracterizó -además de por su novedad estética y funcional- por su increíble capacidad de superar sus propios límites, hasta el punto de que el poderío económico de las naciones estaba representado por las grandes edificaciones que poseían. Los elementos que reunían estas obras de arquitectura incluían los avances en sistemas constructivos, materiales de terminación, artefactos mecánicos y suplementos de iluminación, acústica y seguridad, entre otros muchos factores.

Sin pensarlo, los proyectistas y desarrolladores se concentraban en la inclusión de características constructivas cada vez más ambiciosas y sofisticadas con el fin de hacer más atractivo y exitoso el proyecto inmobiliario. Solo hay que hacer un breve recuento de la evolución de la distribución de los primeros edificios multifamiliares construidos en las primeras décadas del siglo XX para darse cuenta de la evolución que ha sufrido este tipo de arquitectura en su capacidad para satisfacer las necesidades existenciales de sus habitantes.

Un caso particular, por ejemplo, es el baño, que en principio se consideraba una sola unidad para toda la familia, y que fue incorporado al interior de la vivienda gracias a los avances en los artefactos sanitarios que contienen (la historia del inodoro es muy significativa para entender este proceso). Los apartamentos destinados para las clases más adineradas incluían apenas las áreas imprescindibles para la convivencia. Sin embargo, al paso de los años estos mismos apartamentos son concebidos hoy como verdaderos lugares en crecimiento, donde las áreas se han multiplicado tanto en cantidad como en calidad. El criterio de bienestar que el ser humano consumista del presente entiende, difiere mucho del que existía a mediados del siglo XX. De aquellas propuestas de apartamentos con un solo baño que era la norma durante esa época, hoy se ha llegado al estándar de la existencia de un baño para cada dormitorio, además de los que existen en las áreas sociales.

El simple caso del baño como elemento funcional dentro de la arquitectura nos permite entender a grandes rasgos el impacto que un edificio de apartamentos del presente ejerce sobre el medio ambiente. La cantidad de recursos naturales que se requieren para satisfacer el uso de los baños nos puede dar una idea de la responsabilidad que tienen los proyectistas en términos de medio ambiente. Para un baño hay que considerar el abastecimiento de agua y el manejo de las aguas residuales, la cantidad de tuberías y artefactos, la energía eléctrica para el funcionamiento de los equipos de bombeo, además de los materiales que intervienen en su construcción y en su mantenimiento de por vida. Es un ejemplo simple del impacto que en un solo aspecto un edificio contemporáneo ejerce sobre el medio ambiente, situación que los arquitectos del presente deben considerar en todo momento.

No obstante, los edificios construidos en los últimos años son cada vez mayores. El valor de la tierra y los altos costos financieros conducen a los promotores a considerar edificios con mayor capacidad de apartamentos como una forma de reducir el impacto de esos costos y garantizar mayores utilidades. Hace apenas unas semanas fue inaugurado en la ciudad de Dubái el edificio más alto del mundo y la estructura más alta jamás construida por el hombre: el complejo Burj Khalifa, de 818 metros de altura y 162 pisos, diseñado por Adrian Smith, de la legendaria firma norteamericana Skidmore, Owings and Merril (SOM). Este singular edificio tuvo un costo de USD$4,300 millones (con lo que podría la República Dominicana solucionar gran parte de su deuda externa) y en su construcción intervinieron las firmas Samsung (Corea del Sur), Besix (Bélgica) y Arabtec (Emiratos Árabes Unidos), donde se utilizó lo más sofisticado de la construcción del presente. Con 344 mil metros cuadrados, su construcción se inició en 2004 como parte del proceso de transformación de Dubái de una ciudad sencilla a orillas del golfo Pérsico a una metrópolis del mundo capitalista. El Burj Khalifa contiene 39 pisos del primer hotel de la marca Armani, 700 apartamentos de lujo, un mirador, un observatorio, y oficinas corporativas. Dentro de los récords que posee este singular rascacielos están:

  • La cantidad de paneles de vidrio que tiene lograrían tapizar hasta unos 17 estadios de fútbol y unos 25 estadios de fútbol americano.
  • La cantidad de electricidad que puede emplear equivale a tener encendidos unos 360.000 focos de 100 vatios al mismo tiempo.
  • Necesita unos 946,000 litros de agua diarios para su sistema de abastecimiento de agua.
  • Los elevadores panorámicos se trasladan a 10 m/s; es decir, a 36 km/hora.
  • Los elevadores interiores se trasladan a 18 m/s; es decir, casi 65 km/h.
  • La luz de la antena del Burj Khalifa puede ser vista a 95 kilómetros a la redonda.
  • Es la primera estructura que hace el hombre que rompe la barrera de los 700 y de los 800 metros. Ninguna estructura (incluyendo antenas sostenidas por cables) había logrado esta proeza.
  • Tiene un peso aproximado de 7 millones de toneladas

Sin embargo, estos récords serán superados en breve con la construcción de varios edificios ya diseñados y que esperan concluirse antes de que finalice la presente década, como por ejemplo, el edificio Nakheel Harbour Tower en Dubái (1,050 metros de altura), el Mubarak al-Kabeer en Kwait (1,001 metros de altura) y Murjan Tower en Bahrein (1,022 metros de altura).

Santo Domingo no escapa a esta tendencia. En los últimos años hemos visto cómo se han construido edificios cada vez más altos, en una carrera de superación que modifica el perfil de la ciudad dramáticamente. Inclusive, se ha anunciado la construcción de edificios de 50, 80 y 100 pisos, que compiten con proyectos similares en la región, como es el caso de la ciudad de Panamá.

Ante los últimos acontecimientos naturales en Haití (léase la isla de Santo Domingo), la arquitectura dominicana debe ser llamada a reflexión. Las exigencias de los promotores, presionados por la demanda del mercado que conduce a ofrecer productos cada vez más sofisticados a precios competitivos, conllevan a que los lotes sean ocupados por edificios con mayor cantidad de locales. Por tanto, su altura es cada vez mayor. Ante cualquier eventualidad inesperada, como terremotos o incendios, los edificios tienen menor capacidad de garantizar la seguridad de sus usuarios, a menos que se contemplen sistemas de seguridad adecuados y a costos iniciales y operativos enormes.

Como nuestra realidad se caracteriza por suponer que tales eventos adversos no sucederán nunca –y si suceden, no afectarán al edificio nuestro en particular- los diseñadores, constructores, promotores y usuarios no contemplan las limitaciones que los edificios de gran altura ejercen sobre su capacidad como garantes de la vida. ¿Se piensa que los equipos de rescate de los bomberos sólo alcanzan los 25 metros de altura, equivalente, más o menos, a ocho pisos, y que a partir de aquí no existen medios para la evacuación y el rescate? Se puede aducir que en la actualidad existen sistemas contra incendios diseñados para tales casos, pero, ¿se conocen los casos internacionales en que tales sistemas han sido insuficientes o no han operado de la manera que han sido concebidos? Y en caso de terremotos de gran magnitud, ¿se cuentan con rutas de escape alternas si el edificio sufre un colapso inesperado? ¿Se han hecho pruebas físicas del edificio en caso de terremotos? ¿Conoce el usuario el grado de seguridad de la estructura de un edificio en caso de terremoto o incendio? ¿Existen programas de educación para evacuar edificios en tales casos, ya sea a nivel general o entre los mismos residentes o usuarios? ¿Se cuenta con instituciones de socorro debidamente equipadas y entrenadas para hacerle frente a esta catástrofe? ¿Qué pasa con la inversión realizada en la compra de un apartamento en una torre si en caso de terremoto colapsa o su nivel de deterioro impide su uso y debe ser derribado? ¿Con cuál propiedad se cuenta?

Evidentemente, el impacto que ejercen estos edificios en su entorno y en el medio ambiente es considerable. Solo hay que pensar en la demanda de recursos que se requerirán para su funcionamiento en una ciudad que, como Santo Domingo, no cuenta con la infraestructura necesaria para abastecer los edificios que existen en la actualidad.

En los foros internacionales de protección al medio ambiente el tema de la arquitectura adquiere cada vez más importancia, debido al fuerte impacto que ejerce sobre las ciudades y los recursos naturales. ¿Cómo ahorrar energía en estos edificios cada vez más complejos? ¿Cómo reducir la emisión de gases y de desechos sólidos? ¿Cómo controlar el mal uso del agua? Son algunas de las preguntas que los arquitectos deben tomar en cuenta a la hora de proyectar edificios. Existen organismos que se encargan de fomentar la disminución del impacto de los edificios al efecto de invernadero que azota el planeta. En los Estados Unidos, por ejemplo, existe el LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) un código que tiende a la construcción de edificios “verdes” que los arquitectos deben tomar en cuenta. Países latinoamericanos como México, Brasil y Argentina, están creando sus propios códigos adaptados a la forma de vida de sus habitantes. Hace unos meses en República Dominicana, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales dio el primer paso en este tema, con el auspicio de dos eventos organizados por la Fundación Erwin Walter Palm dirigidos a los profesionales de la arquitectura y que llevaron por título “Hacia una arquitectura verde”. Forman parte del llamado a los involucrados en el mundo de la construcción sobre el cambio de mentalidad que se debe adquirir dirigido a la preservación de la vida en el planeta, más allá de la búsqueda de nuevos récords que sólo son apreciados en los archivos de estadísticas y en el orgullo de sus promotores.

© José Enrique Delmonte Soñé. Enero 2010.

Bienes Culturales


EL TERREMOTO DE HAITÍ Y LOS BIENES CULTURALES

Soraya Aracena

Es muy probable que el martes 12 de enero haya iniciado como cualquier otro día en la capital haitiana de Puerto Príncipe y sus barrios aledaños. El día se inicia antes de las cinco de la mañana en los alrededores del Parque de las Flores, del exclusivo sector residencial de Petionville. Van llegando vendedoras de frutos y víveres con sus mercancías para ofrecer a las familias acaudaladas que quizás han descartado la posibilidad de irse hasta Miami o Canadá porque todavía creen en ése país que en el año 1804 logró ser la primera República libre de América Latina.

Al terminar el día, posiblemente ya recogiendo lo que quedaba de la venta, sorpresivamente la ciudad se derrumba ante los ojos aterrados de los que pudieron vivir para contarlo. Un devastador terremoto de 7.3 grados en la escala Ritcher, remueve y derrumba la ciudad de Puerto Príncipe, perdiendo casi toda su estructura física y con ella parte de su patrimonio cultural.

El patrimonio cultural de Haití, para nosotros los caribeños, reviste gran importancia, dada su abundante riqueza que se manifiesta de diferentes maneras. En arquitectura podemos citar dos ejemplos emblemáticos que fueron destruidos con el terremoto, la Catedral de Notre Dame, ubicada en el distrito de Bel Air en el centro de Puerto Príncipe y el Palacio Presidencial, ubicado en los alrededores del campo de Mars, lugar que actualmente se ha llenado de refugiados del desastre.

A éste patrimonio, también pertenecen algunos barrios, como la comunidad artística de Croix de Bouquets, ubicada apenas a 15 minutos de la ciudad de Puerto Príncipe, donde viven decenas de integrantes de un colectivo de artistas dedicados a confeccionar obras de arte en hierro, obtenido de las bases de tanques de ese material que se venden, no sólo en Haití, sino también en República Dominicana. En esta comunidad asistimos, el pasado 6 de noviembre, a un toque de tambores vudú, donde escuchamos la música y observamos las instalaciones artísticas que se exhibían estratégicamente en el patio, donde se fusionaban símbolos del vudú como Vevés, (dibujos realizados con polvo de harina) con otros pertenecientes a festejos modernos, como la fiesta de Hallowen, propia de los Estados Unidos de Norteamérica, que ha penetrado últimamente.

Otra de las manifestaciones culturales de incalculable valor en Haití es su musicalidad, impregnada de ritmos africanos, europeos y de las diferentes regiones que componen el país, destacándose la calidad y trascendencia de sus ejecutantes y cantantes, evidenciado en el festival musical San Charles, celebrado el día 5 de Noviembre del pasado año, al que tuvimos la fortuna de asistir en compañía de la promotora artística Pascale Jaunay.

En este festival en el que había aproximadamente 5,000 personas, casi todos jóvenes tuvimos la oportunidad de escuchar varias agrupaciones musicales, las que interpretaron rap y el estilo musical que fusiona la rítmica del vudù con otros ritmos, conocido como “Racine”, que se popularizó en los años 90 logrando proyección internacional.

De este movimiento musical, existen decenas de exponentes, siendo uno de los más conocidos el grupo Boukman, cuyo director no pertenece a la religión vudú pero se ha nutrido de sus toques para producir su propia música. Otro intérprete de este estilo es Lenor Fortuné, conocido en el ámbito musical como Azor, quien dirige la agrupación “Racine Mapou” y ha elaborado una maquinaria musical electrónica que mezcla con los ritmos del vudú, logrando así una música más moderna.

Junto a esta música, actualmente se encuentran las llamadas “Banda a Pié”, formadas por grupos de jóvenes que hacen música con cualquier cosa que suene, preferiblemente de viento. Estas bandas están formadas por más de veinticinco músicos jóvenes, algunas de las cuales tocan con partituras, diferenciándose de los tradicionales grupos de Rará (Gagá). Estos grupos de músicos caminantes se iniciaron durante la revolución, cuando bandas de revolucionarios caminaban al sonido del tambor que los unía. Estas bandas tocan cualquier música, incluso la evangélica, como nos expresaran los directivos de la Asociación de Bandas a Pié de Petionville.

Parte de la cultura material haitiana, está contenida en los escritos que han producido sus intelectuales, algunos decisivos para el mejor conocimiento de sus expresiones culturales como los boletines que publicara para los años 50 el Bureau de Etnología, fundado por el ex presidente Francois Duvalier, que aunque respondía a sus intereses, publicaba artículos firmados por prestigiosos intelectuales, como: Milo Rigo, Odette Rigo y Jacques Roumain entre otros. Estos contribuyeron a resaltar las expresiones espirituales y materiales populares dándolas a conocer ante el mundo. La colección de estos cuadernos está depositada en el Bureau de Etnología, institución fundada en el año 1942 y cuya edificación se encuentra en la ciudad de Puerto Príncipe, no tenemos conocimiento de si esta edificación ha podido resistir la devastación del terremoto.

La manifestación artística que mayor proyección en el ámbito internacional y nacional ha tenido ese país, hasta el momento del trágico sismo, es la pintura. No sabemos las condiciones en que se encuentran las diferentes obras de arte en estos momentos ya que los lienzos estaban dispersos en diferentes lugares y galerías de arte. Artistas de la talla de Wilson Biagaud, Castera Basile y Philomé Obin pueden haberse perdido para siempre. También obras de jóvenes artistas y sus talleres, pueden haber sido afectados.

Una parte de los bienes culturales haitianos tangibles, son las esculturas de la parafernalia de los templos del Vudú, que están a cargo de la señora Marianne Lehman, de la Fundación para la Preservación, la Valorización y Producción de Obras de arte Haitianas. Estas obras de arte, han engalanado importantes exposiciones de arte en Estados Unidos y Suiza. Estuvieron expuestas en la República Dominicana, con ocasión del VIII Festival Antropológico de Culturas Afroamericanas, en el año 2001. Quizás, estas esculturas por los años que tienen de realizadas, así como la fragilidad de las mismas, podrían haber sufrido daños.

También nos preguntamos por los templos, donde se encuentran los altares, espléndidas obras de arte popular, en los que se venera y tributa a los dioses. Entre los altares podemos mencionar el que se encuentra en el templo del sector de Marianni, cercano a Puerto Príncipe, uno de los más antiguos, presidido por el reconocido sacerdote e investigador Max Beauvoir y al que están afiliados algunos miembros de su familia, entre ellos su hija, la antropóloga Rachel Beauvoir Dominique, quién también es sacerdotisa del Vudú. La pérdida de estas expresiones populares pone en peligro la supervivencia de algunos elementos de esta expresión espiritual, qué junto al catolicismo y la evangélica, cohabitan en Haití.

El Vudú, perteneciente al Gagá, es un culto que se manifiesta en Republica Dominicana a través de la inmigración haitiana, principalmente en los bateyes. Es propio de la Cuaresma y en especial de la Semana Santa, donde se resalta la batería musical formada por los bambuses o “vaccines”, flautas de madera, así como el tambú y la Tatúa, especie de trompeta que impregna un sonido peculiar a la música de este culto. Esta música ha merecido decenas de artículos de periódicos, estudios de los antropólogos June Rosemberg (1979) y José Francisco Alegría (1994), así como obras de teatro, pinturas y novelas inspiradas en el tema.

Ante todo lo expuesto y a manera de conclusión, los daños provocados a la cultura haitiana por parte del sismo, son inestimables, por lo que consideramos que como parte de la tarea de reconstrucción de esa nación, es urgente la realización de un inventario de lo que no ha podido permanecer de sus bienes culturales, a fin de conservarlos, pues en ellos está contenida la historia de esta patria vecina ante la que nos solidarizamos.

Entérate


TABLA SINOPTICA DE LAS VICISITUDES DE LOS MONUMENTOS

En la obra, Monumentos arquitectónicos de la Española, el prestigioso investigador alemán, Erwin Walter Palm, recogió en una tabla los daños que se han producido en los monumentos coloniales, las causas y las fechas. Publicamos en este momento las fechas de los terremotos que se han producido en la isla y los daños que estos causaron a los monumentos por considerarlo de importancia para los estudios que se puedan generar en la prevención de futuros daños en el patrimonio construido.

BIBLIOGRAFIA

Palm, Erwin Walter

LOS MONUMENTOS ARQUITECTONICOS DE LA ESPANOLA

Publicaciones de la Universidad de Santo Domingo

Ciudad Trujillo, Republica dominicana, 1955

Tomo I, Pág. 211

FECHA TERREMOTO

MONUMENTO DAÑADO

2-XII-1562

Ciudades de Santiago de los Caballeros; La Concepción de la Vega; Cotui completamente destruidas; ítem convento dominico de Puerto Plata

Convento franciscano de la Yaguana; convento mercedario del Santo Cerro (?)

IX a X 1614 o 1615 por cuarenta días

Santo Domingo: Catedral, sala del cabildo; “lo mejor de La metrópolis” (Fray Gabriel Téllez)

1615

Santo Domingo: Merced, techos

Principio de 1665

Azua: iglesia destruida

26-IX-1672

Santo Domingo: Merced, danos no especificados

9-V-1673

Santo Domingo: ½ de todas las casas destruido; Plaza Mayor, Ayuntamiento, Palacio del Gobernador, Fuerte de San Diego, graves danos; San Francisco: iglesia, bóvedas; Merced: iglesia (torre; tramos orientales) y convento; Santa Clara: iglesia, coro alto derrumbado, convento dañado; Hospital e iglesia de San Andrés, grave: Regina NGELORUM: IGLESIA Y CONVENTO, GRAVIES DANOS; Catedral: espadaña demolida, sala del cabildo agrietada.

Boya, daños en la iglesia (?)

1684

Santo Domingo: iglesia dominica, derrumbe del techo de la nave; arte superior de la portada de la capilla del Rosario.

Higuey: iglesia

1684-1687

Santo Domingo: iglesia y casas, daños no especificados.

IX a XII-1751

Santo Domingo: Catedral; San Francisco (ventanas) “a derribar alguna parte”); Merced, convento; Santa Bárbara, parte posterior; San Lázaro; San Miguel; San Anton; convento dominico; Palacio del Gobernador. Palacio de Colon (?)

Azua y Seibo, destruidas y trasladadas

1755

Santiago, Merced

1757

Santo Domingo: Merced, iglesia (?); convento

3-VI-1770

Santo Domingo, muy castigada. Nuevos danos en la casa de Colón (?).

11 a 12.II.1783

Santiago castigada: Merced, bóveda, capilla lateral, coro alto.

Jacagua (antigua Santiago), nuevos danos en las ruinas (?)

7-V a 21-VII-1842

Santo Domingo: Catdral agrietada; varias iglesias y muchas casas particulares seriamente dañadas.

Boyá, Bayaguana, Seibo, Higuey, Cotui

19-VIII-1881

Higuey, santuario, ligeros danos en el testero.

4-VIII-1946

Santo Domingo, Catedral, grietas en la fachada y las naves; iglesia de los dominicos, grietas en el coro alto; iglesia de San Francisco, bóvedas; iglesia de Santa Clara, coro alto; iglesia de la Merced, coro alto; atarazana: arco de la nave agrietado.

Engombe: galería del palacete derrumbada.

Bayaguana, Boya, Higuey, Cotui: iglesias dañadas.

Jacagua: reconstrucción de Lora derrumbada.